Llegué a Nueva York en Agosto de 2021, después de haber viajado durante unos meses por México. Dejarlo supuso un cambio muy grande en todos los aspectos, me había enamorado tantísimo del país y me dio tanto el tiempo que estuve allí, que me encontré en el avión camino a NY llorando a moco tendido porque no quería irme. Me repetí mil y una veces que era una oportunidad genial y que disfrutaría muchísimo de una ciudad que me había hecho soñar despierta desde la primera vez que la pise con 10 años.
Y aunque dejar México fue muy duro para mi, NY solo me trajo cosas y personas bonitas en mi camino.
Fui voluntaria en un hostal muy nuevo e increíblemente bien ubicado en la gran manzana. Allí conocí a otras voluntarias que ahora son mis amigas y disfrutamos juntas de la increíble ciudad que es NY y todo lo que puede ofrecer.
El hostal era pequeño y me encargaba de la recepción, atender a los huéspedes y hacer camas. Los dueños eran encantadores e hicimos tanta piña que antes de irme nos tatuamos juntos para no olvidar la experiencia tan bonita que nos había unido.
Nueva York me trajo experiencias que nunca voy a olvidar, cumplí mi sueño de vivir una temporada allí y pasear cada mañana en Central Park